sábado, 11 de abril de 2015

4ª Sinfonía - Finale

Tchaikovsky  dedicó su 4ª Sinfonía a Nadezhda Filaretovna, la Condesa von Meck. Ella, viuda y con 11 hijos, se enamoró de la música de este compositor y lo protegió, pagándole un sueldo para que él no tuviera que trabajar como profesor de música y se pudiera dedicar completamente a la composición. Es una historia apasionante, pues nuestros protagonistas solo se comunicaban por carta, nunca llegaron a encontrarse: una leyenda cuenta que Tchaikovsky creyó verla una vez en un carruaje…
Sobre esta historia hay opiniones para todos los gustos: unos dicen que fue un amor platónico mutuo; otros, que sólo fue por parte de la condesa y otros señalan que fue sólo amistad y admiración. La cuestión es que esta relación duró nada más y nada menos que trece años, hasta que ella, de repente, la terminó. Un bien día le envió el sueldo adelantado de un año entero, explicándole que sus hijos estaban gastándose toda su fortuna y que ya no podría ayudarle económicamente. Además, le pedía que no la olvidara. Al pobre Tchaikovsky lo que más le dolió fue que nunca  comprendió por qué la Condesa no quiso continuar al menos, con su relación de amor-amistad, o lo que fuera…
Y para rematar la historia, el colmo de los colmos: la Condesa murió solo dos meses después de Tchaikovsky…

En fin, vamos a lo que vamos: esta sinfonía se compuso en 1877. Para muchos, es la sinfonía más completa de Tchaikovsky. 

Nosotros vamos a escuchar el último de sus cuatro movimientos, Finale. Empieza en plan explosivo, continúa con un ritmo tremendo y  un tempo rápido que nos lleva hacia delante, dejándonos coger aire de vez en cuando, contagiándonos de fuerza y entusiasmo hasta el emocionante final. ¡Qué tremendo!


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