Lo peculiar es que siempre termina con varios bises después del programa principal, donde la orquesta interpreta el vals de El Danubio Azul de Johann Strauss hijo, y la Marcha Radetzky, de Johannn Strauss padre. Durante esta última obra, el público lleva el ritmo con las palmas y el director se vuelve para dirigirlo. ¡Vamos allá!
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